Tomó la copa repleta de espumante, sentía calor en las mejillas pobladas de gotas de sudor, apenas extendió el brazo con la copa, casi sin ganas repitió la frase que los comensales se decían casi como regalándose pétalos de rosas. Los almanaques son un mal necesario, el tiempo es implacable y solamente podemos medirlo, o intentar medirlo perdiendo tiempo en su empresa. Cuando dieron las doce, las copas chocaban al compás de saludos y buenos deseos, hemos dado un paso desde el mismo sitio donde estábamos hace segundos atrás, hemos deshojado otra vez el almanaque cambiando no solo el día o el mes sino también el año. En china se nos han adelantado, en Alaska todavía no comenzaron a cenar.
No tuvo ganas de festejar, pero era imposible no dejarse llevar por la oleada de concurrentes alborotados para la ocasión. Feliz año nuevo, repetían como loros extasiados y revoloteando alrededor de la mesa llena de confites, turrones y frutos secos, feliz año nuevo profirieron entre gritos sacados a flor de labios que emanaban alcohol, feliz año nuevo me habían dicho el año pasado y el anterior y el anterior al anterior.
Él se limitó a tomar el frío espumante, ya que nunca es bueno desperdiciar un espumante a punto e intentó olvidar los planes de dejar el cigarrillo al comenzar el nuevo año.
No tuvo ganas de festejar, pero era imposible no dejarse llevar por la oleada de concurrentes alborotados para la ocasión. Feliz año nuevo, repetían como loros extasiados y revoloteando alrededor de la mesa llena de confites, turrones y frutos secos, feliz año nuevo profirieron entre gritos sacados a flor de labios que emanaban alcohol, feliz año nuevo me habían dicho el año pasado y el anterior y el anterior al anterior.
Él se limitó a tomar el frío espumante, ya que nunca es bueno desperdiciar un espumante a punto e intentó olvidar los planes de dejar el cigarrillo al comenzar el nuevo año.