martes, 8 de julio de 2008

daguerrotipo

Quiso el tiempo no evitar el paso de las estaciones, el frío volvió a apoderarse de aquellos recuerdos que hoy sorprenden los daguerrotipos. ¿Qué secretos guardas entre la plata, el bromo y el yodo?
Te daremos un nombre, especularemos un oficio y contaremos tu historia desde este lado de los años. Diremos que eres panadero, porque es un oficio digno y lleno de sabor, diremos que eres padre y que algún día te convertirás en abuelo de otros abuelos que pisaran la misma tierra que hoy apenas percibimos a raíz del cemento que lo ha colmado todo. Te llamaré Pablo, o Luis, o José, por el simple hecho que son nombres verosímiles, y porque en toda crónica familiar esos nombres abundan.
Carretón yerto esperando quehaceres, colmado de ilusiones de épocas lejanas donde el anhelo era condimento frecuente que acompañaba lo cotidiano.
Vapores de fugaz hazaña que se diluyen en el tiempo, en lo que fue, palpitó con fuerza el destino.
Quedaron extraviadas en la crónica tus hazañas, mezcladas por la anécdota, ni el nombre, ni el oficio, ni la residencia, expresaron lo que has sido. Pueblo perdido camino a Santa Fe, pero bien podría haber sido La Pampa donde se recopilan tus historias de hombre de pocas y medidas palabras. Tus logros simples y cotidianos que no alcanzaron a convertirte en personaje para la historia o perviven en el daguerrotipo que sobrevivió el paso del tiempo.
Toda imagen encierra algo de su tiempo y permite dar rienda suelta a ciertos sentidos internos, ¿qué será de nuestra foto en cien años?

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