miércoles, 15 de octubre de 2008

200 palabras




El joven que lloraba flores en ciertos días con ciertas temperaturas, penaba bajo un árbol frondoso que lo cobijaba en su sombra envolvente y diáfana.
Lágrimas de flores caían por sus mejillas enrojecidas.
Nadie más en aquel pueblo de pocos habitantes lloraba con aquellas lágrimas, por lo que era objeto de todo tipo de comentarios, pero él bien sabía que había estadísticas (las hay para todo) por eso quiso encontrar a otro llorón con flores en los ojos para no sentirse tan solo, tan abandonado por la realidad que le dolía y mucho. Sabía que luego vendrían otro tipo de comparaciones: el tipo de flores lloradas, los colores, los tamaños, los tiempos en que abría el capullo, sin embargo, quiso, deseó con ardiente deseo no ser el único ser en el universo que llorara flores en días nublados.
El llanto florido se difundió por la región, con los inconvenientes imaginados. Hubo regiones, rincones y días plenamente floridos y otros en que los desiertos lo hacían todo insulso y monótono.
Toma esta flor o esta lágrima, y comparte eso que se escondió a la vuelta de un recodo, cerca o lejos, dijo el joven detrás de una flor radiante y pura.
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5 comentarios:

Anónimo dijo...

pcb
rtb

Anónimo dijo...

Gonza: yo te digo 2 palabras : MUY BUENO!

besos que andes mas que bien!

JuanchO!

Anónimo dijo...

En su mayoría, cuando hablamos con sones y bemoles frente a personas estoicas y conservadoras, nuestro lenguaje parece ofensivo y peligroso... son gajes del oficio...
me gusto lo que escribiste :)

Anónimo dijo...

Excelente Humanista!!!

Nacho Hevia dijo...

y de tanto llorar flores...las lágrimas fundieron la nieve de las antiguas tristezas y germinaron ls flores de la confianza y la esperanza

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