Tomó su valija, infló su pecho, gritó o profirió un leve grito en forma de paloma y se marchó por la calle repleta de transeúntes que lo ignoraban al igual que la suerte que echada lo convidaba con algo de indiferencia y monotonía. Es un juego, eso es vivir, es como un juego con reglas poco claras, es como jugar con un boomerang subacuático: logramos frustrarnos cuando no aceptamos la densidad.
Bellas historias quedaron relegadas para otros tiempos en lejanos lugares de atmósferas tibias; sin embargo, pese a todo y ante todo, volvías con la cabeza gacha, la espalda encorvada, las tristezas intactas y lo que pesaba no era la gran valija sino las circunstancias.
Tomar por la calle más larga del mundo, que nunca nos deja en casa, porque los subterráneos en Buenos Aires son insignificantes como la rabia que nos da sabernos con prisa. Eso le falta a esta ciudad, querido amigo, eso le falta, una nueva gama de rojos, de carmines de fuego puro y sensación de oropeles, pero nos han condenado al gris, a la plata y eso es con aires de nostalgia; el frío de la plata, del reflejo pálido, cuando aspiramos al dorado bello y frondoso.
Llevo una pisca de ilusiones nuevas por alguna parte, algo, algo queda, y un poco de canto inflama la esperanza de que mañana sea mejor, mera comparación con otras cosas, con otras sensaciones, con tristes sentimientos.
Me dieron ganas de fumar nubes bajo el agua, otra vez esa sensación cuasi adictiva… maldita la hora en que descubrí los universos paralelos.
Las estaciones de subte iban quedando atrás, los pasajeros subían y bajaban, nadie dijo nada, la despedida…
…hasta dentro de un rato…
Detesto algunas fotos, sobre todo las digitales, les falta el soporte palpable, quisiera dormir bajo un árbol frondoso en medio de la nada remota.
Nos despedimos por un rato… buen viaje amigo… buen viaje y cuídate, acostumbrado a cruzar el charco olvidas las peligros que ellos traen aparejados… no, no, no son peligros visibles, claro que no, me refiero a los peligros que logran las piedras imanes y las sirenas del río de la Plata, a ese virus contagioso de nostalgia y tango que de tanto en tanto te vuelve a acomodar el corazón no sin hacerte piantar una lágrima…
Te olvidaste como siempre alguna cosa, es que así son los artistas, olvidadizos por oficio…
Yo saldré a caminar como siempre en el deseo por Palermo, sin agradecer a cierto prócer (yo no lo considero prócer, pero solo por pelear) los beneficios que nos ha dejado habiendo plantado árboles hermosos.
Hablando de fumar, te has dejado los cigarrillos
Comenzaré a pintar unas alas…
“¿señor, el equipaje estuvo con usted en todo momento?”preguntó una morocha con cara de no saber soñar.
No fui simpático con el fontanero, dice que al menos deberé soportar la humedad por un mes, pero que lo positivo de esta tragedia doméstica es que ha ocurrido en primavera, cercano al verano, sólo queda aguardar en medio de tanta humedad…….. café la humedad…. No has escuchado ese tango… ya sé que no tengo paciencia.
Se sentó con ilusión de comodidad, pero todos sabemos que los asientos son cada vez más incómodos, algunos culpan al petróleo, yo no sé. Acomodó su cuerpo en el asiento cercano al ala y se dispuso a soportar las horas sin pensar demasiado
Sobre el rugido de unas turbinas que quemaban combustible sin vergüenza, alguien lloró, alguien dejó rodar ciertas lágrimas, alguien, tal vez tu, lloró un arlequín.
Bellas historias quedaron relegadas para otros tiempos en lejanos lugares de atmósferas tibias; sin embargo, pese a todo y ante todo, volvías con la cabeza gacha, la espalda encorvada, las tristezas intactas y lo que pesaba no era la gran valija sino las circunstancias.
Tomar por la calle más larga del mundo, que nunca nos deja en casa, porque los subterráneos en Buenos Aires son insignificantes como la rabia que nos da sabernos con prisa. Eso le falta a esta ciudad, querido amigo, eso le falta, una nueva gama de rojos, de carmines de fuego puro y sensación de oropeles, pero nos han condenado al gris, a la plata y eso es con aires de nostalgia; el frío de la plata, del reflejo pálido, cuando aspiramos al dorado bello y frondoso.
Llevo una pisca de ilusiones nuevas por alguna parte, algo, algo queda, y un poco de canto inflama la esperanza de que mañana sea mejor, mera comparación con otras cosas, con otras sensaciones, con tristes sentimientos.
Me dieron ganas de fumar nubes bajo el agua, otra vez esa sensación cuasi adictiva… maldita la hora en que descubrí los universos paralelos.
Las estaciones de subte iban quedando atrás, los pasajeros subían y bajaban, nadie dijo nada, la despedida…
…hasta dentro de un rato…
Detesto algunas fotos, sobre todo las digitales, les falta el soporte palpable, quisiera dormir bajo un árbol frondoso en medio de la nada remota.
Nos despedimos por un rato… buen viaje amigo… buen viaje y cuídate, acostumbrado a cruzar el charco olvidas las peligros que ellos traen aparejados… no, no, no son peligros visibles, claro que no, me refiero a los peligros que logran las piedras imanes y las sirenas del río de la Plata, a ese virus contagioso de nostalgia y tango que de tanto en tanto te vuelve a acomodar el corazón no sin hacerte piantar una lágrima…
Te olvidaste como siempre alguna cosa, es que así son los artistas, olvidadizos por oficio…
Yo saldré a caminar como siempre en el deseo por Palermo, sin agradecer a cierto prócer (yo no lo considero prócer, pero solo por pelear) los beneficios que nos ha dejado habiendo plantado árboles hermosos.
Hablando de fumar, te has dejado los cigarrillos
Comenzaré a pintar unas alas…
“¿señor, el equipaje estuvo con usted en todo momento?”preguntó una morocha con cara de no saber soñar.
No fui simpático con el fontanero, dice que al menos deberé soportar la humedad por un mes, pero que lo positivo de esta tragedia doméstica es que ha ocurrido en primavera, cercano al verano, sólo queda aguardar en medio de tanta humedad…….. café la humedad…. No has escuchado ese tango… ya sé que no tengo paciencia.
Se sentó con ilusión de comodidad, pero todos sabemos que los asientos son cada vez más incómodos, algunos culpan al petróleo, yo no sé. Acomodó su cuerpo en el asiento cercano al ala y se dispuso a soportar las horas sin pensar demasiado
Sobre el rugido de unas turbinas que quemaban combustible sin vergüenza, alguien lloró, alguien dejó rodar ciertas lágrimas, alguien, tal vez tu, lloró un arlequín.
2 comentarios:
¿Un arlequín llorando?
Podría decir que amo los bufones y los arlequines, detesto los payasos.
Cada descripción que haces mencionando Bs As, me lleva más hacia el sur y a visitarte.
Besos
El recorrido hacia el final de una visita. La despedida inminente, pero no por eso deseada. Los recuerdos desperdigados por doquier... Y la impaciencia porque llegue ese verano tan próximo (¿o tan lejano?) para retomar ese camino -ahora en sentido inverso- dejar que el tango suene y que el juego comience otra vez...
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