miércoles, 12 de noviembre de 2008

en el bajo

Y quiso ser libre pero una ráfaga de moralidad anquilosada lo jalaba por las piernas sin dejarlo caminar, ni pegar brincos. Las nubes que contemplaba desde la chatura del bajo lo animaban a desear más, pero no pudo, no lo alcanzó. Afuera aguardaban sombras pegajosas como caramelos de circo, así fue como esquivó aquellas circunstancias.
Un grito sonoro y potente, lo abarcó, lo abrazó, lo colmó todo.
Un payaso rojo sentado en una esquina sin vértices fumaba un cigarrillo lejos de los niños y los leones.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

como me ha pasado antes , este es uno de esos relatos que no entendi una goma... Jjejeje ya se soy un bestia , pero bueno asi soy :P

BESOS GONZA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Juanchossssss

El Humanista dijo...

que le vamos a hacer juancito jajaja
tal vez el relato haya que seguir leyendolo en los sucesivos y con el anterior...........

beso

Nacho Hevia dijo...

nuestros remilgos morales cercenando nuestras piernas...pero no nuestros brazos, que se agarran a la tierra para arrastrarse en pos de ¿qué? de lo que tenga que venir...porque tiene que venir...

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