sábado, 3 de mayo de 2008

Cosas que detesto de mí:


¿cómo vas a detestar cosas tuyas? Sos adorable, es imposible, no creo que haya nada que detestes, sobretodo porque bien se encargaron al criarte dejarte en claro que aquel sentimiento no es adecuado para alguien como vos.


Sin embargo detesto despertarme con el tiempo justo y no poder cumplir con mis rituales mañaneros. No soporto comenzar el día sin una buena ducha de con agua bien caliente (pero sin fanatismo) una taza de café al paso y unos mates entre medio de la conexión con el mundo circundante.
Detesto también cuando me adulan y me dejo adular, posándome en esa sensación de comodidad confortable. No ser adulado (ese es un problema de los otros) sino permitirlo.
Detesto el olor a cigarrillo, sobretodo en mi cuarto, pero mucho más detesto haber vuelto a ese vicio asqueroso que se acomodó en mi cotidiano vivir como pancho por su casa con todos los permisos.
Detesto cuando administro mal algo, sobretodo el tiempo, porque me doy cuenta que lo externo me pasa por arriba y yo sigo tratando de frenar un trasatlántico con una caña de pescar y nylon del 50.
Detesto cuando me pongo iracundo, porque pierdo toda objetividad y en el fondo, o no tanto, me sé un boludo atómico.
Detesto la pose que se acomoda a veces (son la menos pero son) de niño bien con aspiración a santo, porque nada tiene en común con este barro a medio cocer y con anhelos más altos.
Detesto las sentencias de ostracismo que he ejecutado a lo largo de mi vida, porque me han perjudicado más a mi que al resto.
Detesto dejarme manipular, sin más, lo detesto sin excepciones.
Detesto la sensación de abatimiento que me llena de sombras y de golpes bajos en las noches serenas.
Detesto abrir un vino y que quede a medias, porque delata que algo no se terminó de compartir, te guardaste y me guardé.
Detesto no ser águila.
Detesto a telefónica que cruzó los pares de mi teléfono con un vecino a cuatro manzanas teniendo que atender las llamadas de otro y dar toda la explicación desde las ocho de la mañana (no, déjeme que le explique señora... jajaj)
Detesto los higos, la harina de maíz, los frutos secos, los callos a la madrileña y el olor a la leche caliente que se desparrama por las hornallas de la cocina dejando un engrudo asqueroso. (ni hablar del arroz con leche, las natillas, los postres lácteos)
Detesto estudiar variables económicas, que solo constatan que a nadie le importás.
Detesto “armar equipo” con gente que contagia chatura, falta de sueños, proliferación de ineptitud, proselitismo de ignorancia y resignada conformidad.
Detesto sentirme enfermo, resistirme a la idea que todo lo puedo, que soy libre y totalmente independiente.
Detesto no ser genial.
Detesto mis miedos, porque son una sombra molesta que cuando no aparecen están ideando alguna estrategia a futuro.
Detesto la sensación de desprecio que surge de mi muy a mi pesar sin poder dominarlo al instante.
Detesto lastimar a quienes quiero sin darme cuenta (adrede ya es otro asunto)
Detesto el grosero consumo de mi auto que me esta llevando a la ruina. (eso pasa por comprar autos fabricados en Brasil)
Detesto cuando algo se rompe, se pierde, se gasta. (pero también cuando no se usó)
Detesto comprender tarde que no tenía razón.(a veces no tenerla)
Detesto que me dejen esperando, colgado al teléfono con esa música de espanto que despierta a la fiera, publicitando nuevos servicios, nuevos beneficios, nuevas comodidades.
Detesto que me roben dentro del marco legal y con descaro. (el punga es otro asunto, se anima a correr algún riesgo y eso hay que tenerlo en cuenta)
Detesto la impuntualidad, que usen de mi tiempo por decisión propia y unilateral.
Detesto la proliferación de impuestos y esa sensación de desprotección. (tanta creatividad me molesta y me asusta)
Detesto pagar en segundo vencimiento. También detesto pagar servicios.
Detesto reírme por cumplido, delatando que soy más inseguro que ayer.
Detesto ver gente en la calle totalmente desprotegida y no poder hacer nada (incluso después de haber intentado, creo que ahí es peor) porque delata que no nos importamos, no nos vemos, no nos escuchamos, no nos percatamos que algo esta podrido y que yo puedo correr con la misma suerte.
Detesto cuando me dicen: no te lo tomes tan a pecho. Y no se como mandarlos a la mierda diplomáticamente. Señor embajador...
Detesto el consumo de mi auto (si ya se que esta más arriba, pero me molesta mucho esta falta de sentido ecológico) (si esta bien lo reconozco, le molesta más a mi bolsillo)
Detesto prestar libro y que no me los devuelvan y que pasado el tiempo se hagan los boludos (decime te cagué y cagate de risa, pero no me hagas buscar para ver si me lo devolviste porque sos un colgado de mierda y a vos te queda la duda: ¡duda las pelotas!)
Detesto que esperen algo de mi y no tener idea de que se trata.
Aborrezco detestar estas cosas, sobretodo cuando no tienen remedio, cuando son inevitables, constantes, persistentes, cuando son impunes e inmunes a todo, a todos y a nadie.

3 comentarios:

Luckitas dijo...

Lindo post...!!! nunca escribi sobre las cosas q detesto... y x lo q veo... detestamos en comun varias cosas... la idea esta buena... espero q me la dejes copiar... jeeeeeeee... chau!

El Humanista dijo...

Luckitas querido.
si claro que te dejo, no vamos a ir a la justicia por un post jajaaj es más no solo te dejo, ahora me despertaste la curiosidad ¿que cosas detestamos en común? y pensandolo un poco más, va para todos... que cosas detestamos?
use.
abrazote

Rey del Recorte dijo...

SSi bueno, todo esto son las desventajas de ser hombre. Pero el hombre desafió a la naturaleza inventando la ciencia, y desafió a su naturaleza creando la crítica y la sátira. Ríete un rato, por tu bien. Ríe hasta que sientas que te ríes de verdad.

Besote, RDR

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