jueves, 29 de mayo de 2008

Onírico sinsentido

Tomé el teléfono y te llamé instintivamente, los dedos marcaban los números guardados en la memoria táctil, uno a uno esperando que al sonar apareciera la respuesta a todos los males que anidaban en mi pecho. Sentí como un puñal se acomodaba lento e inexorablemente dentro, en las entrañas, y corría por mi mente en un sendero de miedos vacilantes y sin sentido. No llegaba la noticia.
Sin verdadero temor, me dejé caer en un mar de obscenidades triste, me dejé abrazar por la nostalgia de viejos recuerdos cercanos a fantasías infantiles y me poblé de recuerdos triviales, algunos hermosos, otros distantes, otros huérfanos de sonrisas.
Las cavilaciones de antaño no tienen parangón con el tiempo presente. Todo era más simple entonces. Las alegrías eran despojadas de vericuetos oscuros y la felicidad no distaba a tamañas distancias como conquistas de lunas. Sabíamos esperar, llenarnos los pulmones con aires nuevos hasta el tope, empalagarnos con almíbar y pasear descalzos con nuestras ilusiones a cuestas sin tanta seguridad, sin andar previendo tanto lo predecible. Vientos nuevos encerrados en antiguas miradas de aquellos ojos sin chispas que me producían sensaciones volátiles y grises, pero sobretodo que me convertían es prisionero de tu mirada, en voluntario esclavo con aroma perpetuo y con deseo de más. El sabor a chocolate de algunos besos me hechizaba y convertían en adicto de ternura, deseando más, añorando más, implorando más. Aquellas caricias me cautivaban y me convertían en un bufón de tu corte queriendo robarte sonrisas tiernas y prolongadas, queriendo robarte pensamientos nuevos, deseos escondidos que latieran en nuestras almas para nacer en esta vida escasa y avara de ilusiones.
Quise ser agua marina que se filtra entra en las rocas grandes y firmes de tu orilla, no barca, las barcas son hermosas en las madrugadas de verano, me llena de emoción verlas entre el agua y el viento, me vence el sentimiento al verlas alejarse de la costa y siempre pienso que un sueño inocente y franco va embarcado en ellas. Yo quise ser aquella espumante agua salada que corriera por tus pies, quise ser mar para que nadaras envuelto en mí, quise rodearte y regodearme entre las sales, las algas y las sirenas que revelan magia y misterios profundos y al alcance de cualquier mano. Quise seguir susurrándote al oído, ser como una sonido de encanto entre las olas que vuelven a ti porque son contigo; embrujo de las aguas y tu voz. Quise ser al mismo tiempo nube que te cubriera, pero sin dejar de ser mar…
Sonaba el teléfono en medio de mi sueño, atendí sin percatarme que nos llegaba la noticia.

5 comentarios:

Rey del Recorte dijo...

Muy lírico y onírico, aunque no sea mi estilo no le puedo quitar mérito. Pero me sigue costando captar de un vistazo todas las impresiones que quieres transmitir. Poner párrafos seguramenta ayudaría!

Besote, RDR

Nacho Hevia dijo...

por qué onírico si esta vida tantas veces es más irreal que lo que no existe?

llamaste en tu sueño porque fue real...fue real que tu alma te dijese lo que tenías que hacer

amigo, un beso onírico para que te llegue esta noche cuando estés dormido

(genial el post y con mucho sentido)

Fabián Aimar (faBio) dijo...

y el mar de obscenidades?
ah no tio
esto esta incompleto
prometia una cosa y ahora veo es otra... me cachendie
jejejejjjj
a mi me gusto, asi de simple y se acabo
un abrazo ;)
y ya vi tu email (luego te contesto)

El Humanista dijo...

Rey

gracias por la lectura y el comentario, parrafos (¿no tiene?)

nacho:

hay momentos en que lo real se confunde con algunos sueños, a eso algunas veces lo llamo teatro jajajaj
gracias por el beso de las buenas noche

Fabio:

esas obscenidades eran tristes, asi que mejor dejarlas difusas jajajaj ya contaremos otras más alegres.

me alegra que te haya gustado.


abrazotes

Alter dijo...

El deseo es sutil y volátil: un día nos rodea hasta dejarnos enteramente sumidos en el asombro, y al otro todo nos parece absolutamente ridículo. Si esto tiene lugar en un sueño, entonces las cosas aumentan mucho más, las percepciones y sensaciones se incrementan. Ojalá el teléfono nunca tuviera que sonar; aunque, de otra manera, tampoco existiría la vida.

Saludos.

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