domingo, 9 de marzo de 2008



Divagues de una mañana de domingo



A veces, algunas mañanas de domingo, cuando transito entre el sueño y la vigilia, siento que mis pies flotan en el aire, y que un beso enorme, como encantado, me roba la boca; siento también que un simpático arlequín me ha arropado durante toda la noche, siento que ya no caen bombas sobre mi cabeza, que tengo licencia para ser feliz por veinticuatro horas, que tengo derecho, más que obligación, de desplegar la velas, no leer el diario, no pactar con la vida y quedarme un rato más entre las sábanas echado en diagonal.
Siento que puedo enamorarme sin pensar en viejos amores, que puedo decir time to say goodbye olds shadows.
Siento más ligera la vida, menos mochila anquilosada.
Siento posible disfrutar de algo tan simple que lo haga sublime, porque lo simple esta lleno de lo eterno y eso no se deja de aspirar por más que estemos en el preconciente (¿no? Caramelos... bombón.... helados.... mucha, pero mucha fruta....).
Siento pocas pero muy intensas sensaciones que duran algunos instantes, pero que me llenan de ciertas esperazas casi sin saberlo. Tal vez aquel deleite sea no estarlo pensando. Tal vez disfrute estar conmigo mismo por un rato, como tregua en esta lucha de protagonistas y antagonistas que agonizan en la cabeza. Tal vez sea el momento en la semana en que nos hemos permitido estar siendo como somos y sin cuestión de por medio.
¿qué se yo? ¿para que cagarla pensando?
A veces, algunas mañanas de domingo, me siento como lleno de vida, tan repleto de vida que me chorrea por los codos hasta el peligro del contagio y me siento más vivo, y me siento más fuerte, y me pienso abundante aunque falte algo para estar completo. No me persiguen los tiempos, no me agobia la agenda, ni existe esto ni aquello.
Estas mañanas son pocas pero de vez en cuando aparecen como oasis en medio de tanto desierto.

2 comentarios:

Rey del Recorte dijo...

Bueno, a mí el recordar la montaña de platos sin fregar de la noche anterior me llena aún más de vida, o más bien de miedo por las posibles represalias hahahahaha Como hijo único, a veces soy todo un privilegiado por poder tener esos momentos de calma, porque los tengo muy a menudo. Espero que los sigas teniendo, !el ocio es la madre de la ciencia!

Besote, RDR

drock dijo...

los mediodías con aromas almidonados de tomates y modorras, las tardes calóricas y horizontales, las noches sin cenas, la amarga hora en la que ponés el despertador para volverte a encontrar con las bofetadas de tu amigo el estrés.

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