Debatiéndome entre tantos pensamientos, preso en lo que ayer fue mi casa, donde reconozco tantas cosas familiares, propias de mi historia, divago entre lo que fue y lo que pudo haber sido pero simplemente como trampolín que sirva de envión para intentar, tal vez, ir por más, o ir por lo nuevo, por lo que me atemoriza por el simple hecho de ser desconocido y me llena de sospechas y tinte de miedo.
La propuesta llega en el momento más esperado y a la vez es tan inesperado como la vida que vivo cada día. Nunca puedo repetir el mismo día, nunca dos días pueden ser iguales, lo análogo de ayer no vuelve más, no regresa, el ciclo del eterno retorno se hace esperar en mi vida sintiéndola líneal.
Es que hace algunos años atrás, cuando éramos apenas niños, con mi amigo de infancia se nos ocurrió una tarde (no se bien quien fue el de la idea) imaginar como serían nuestras vidas en veinte años, raro pienso ahora para la edad que teníamos entonces…. Como sería nuestras vidas…. Su imaginación era florida, miles de posibilidades me describían… no se si llegó a errarle, tal vez soy y sigo aspirando ser todo aquello que él imagino, tal vez también, aun quedan muchas asignaturas pendientes.
El tema no es tanto como seré en veinte años (tal vez la experiencia haga algo indeleble en cada vida y eso se acepta queramos o no) sino quien seré en veinte años. Si transitamos por este juego cinco veces seguidas habremos llegado a un siglo. Curioso, ¿no?
Cuantas historias han pasado por la nuestra y hasta la han marcado casi sin saberlo. En cuantas vidas hemos impresionado sin saberlo jamás, sin percatarnos en lo absoluto.
Cuantas veces la charla con un desconocido nos sirvió de brújula sin poder agradecer la travesía, las conquistas y la aventura. Cuantos personajes anónimos inspiraron y dieron vida a tantas historias que nunca sabremos, ni siquiera llegaremos a intuir, jamás nos percataremos.
Tiene algo letal el final de toda historia, pero siempre terminamos por juzgar la novela o el cuento por el final inesperado, que nos sorprende, que nos emociona, pero se trata del final, se trata de un mortífero final, aunque el final de la historia tenga que ver con natividades esperanzadoras.
La gesta del mundo por el momento es con pausas, no con final, no podemos soportar más que el propio final de la propia historia. Y de algún modo, como muestra de esto, ya he visto rocky I, rocky II, rocky III, pero como también hay una cuarta parte. El alien resucita, tiburón I, I... ¿bueno pero no le habían dado al escualo? Uf…. Que más…
Pero no me refiero a eso, ninguno tuvo en algún momento el deseo de patear el tablero a la mierda… cambiar de profesión, de ciudad de residencia, de nombre y apellido (eso es cambiar la historia?) Ser pescador en Ancud o un vendedor de especias en Estambul. Eso estaría bien.
En fin, no lo se. No se que nuevas propuestas me puede seguir ofreciendo la vida, pero que seduce, seduce…….
La propuesta llega en el momento más esperado y a la vez es tan inesperado como la vida que vivo cada día. Nunca puedo repetir el mismo día, nunca dos días pueden ser iguales, lo análogo de ayer no vuelve más, no regresa, el ciclo del eterno retorno se hace esperar en mi vida sintiéndola líneal.
Es que hace algunos años atrás, cuando éramos apenas niños, con mi amigo de infancia se nos ocurrió una tarde (no se bien quien fue el de la idea) imaginar como serían nuestras vidas en veinte años, raro pienso ahora para la edad que teníamos entonces…. Como sería nuestras vidas…. Su imaginación era florida, miles de posibilidades me describían… no se si llegó a errarle, tal vez soy y sigo aspirando ser todo aquello que él imagino, tal vez también, aun quedan muchas asignaturas pendientes.
El tema no es tanto como seré en veinte años (tal vez la experiencia haga algo indeleble en cada vida y eso se acepta queramos o no) sino quien seré en veinte años. Si transitamos por este juego cinco veces seguidas habremos llegado a un siglo. Curioso, ¿no?
Cuantas historias han pasado por la nuestra y hasta la han marcado casi sin saberlo. En cuantas vidas hemos impresionado sin saberlo jamás, sin percatarnos en lo absoluto.
Cuantas veces la charla con un desconocido nos sirvió de brújula sin poder agradecer la travesía, las conquistas y la aventura. Cuantos personajes anónimos inspiraron y dieron vida a tantas historias que nunca sabremos, ni siquiera llegaremos a intuir, jamás nos percataremos.
Tiene algo letal el final de toda historia, pero siempre terminamos por juzgar la novela o el cuento por el final inesperado, que nos sorprende, que nos emociona, pero se trata del final, se trata de un mortífero final, aunque el final de la historia tenga que ver con natividades esperanzadoras.
La gesta del mundo por el momento es con pausas, no con final, no podemos soportar más que el propio final de la propia historia. Y de algún modo, como muestra de esto, ya he visto rocky I, rocky II, rocky III, pero como también hay una cuarta parte. El alien resucita, tiburón I, I... ¿bueno pero no le habían dado al escualo? Uf…. Que más…
Pero no me refiero a eso, ninguno tuvo en algún momento el deseo de patear el tablero a la mierda… cambiar de profesión, de ciudad de residencia, de nombre y apellido (eso es cambiar la historia?) Ser pescador en Ancud o un vendedor de especias en Estambul. Eso estaría bien.
En fin, no lo se. No se que nuevas propuestas me puede seguir ofreciendo la vida, pero que seduce, seduce…….
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