Querida vecina del 2º:
Tengo el agrado de dirigirme a vos, para hacerte notar una cosa que seguramente no te habrás dado cuenta: Estoy un tanto molesto. Sé que mis caras de culo se notan a distancias siderales, aun cuando las intente disimular, debes estar absorta en tu idilio y entiendo que así es difícil estar al tanto de la vida en nuestro vecindario.
No, no estoy molesto por las cuotas extraordinarias, ni por esa necesidad de abultar el fondo de reserva que se le cantó al de la planta baja para arreglar lo que nadie usará jamás en este edificio; tampoco estoy molesto por el llanto de mi vecinita (comprendo que una niña de dos años y medio debe llorar todas las noches entre las doce y la una, es lo propio en esa etapa evolutiva), tampoco estoy molesto por el cambio de la cerradura general teniendo que dormir afuera, esos son temas míos, a quien se le ocurre volver después de una jornada extensa a las 2 de la mañana. Tampoco porque al lado tengo un aprendiz de baterista, por cierto, ya le encontró el ritmo y me ayuda a dormir como un bebé. Tampoco lo estoy porque los sábados irremediablemente hablás en la ventana por teléfono a los gritos a las ocho de la mañana, es más el sábado pasado me preocupé cuando me levanté a las diez y no te había escuchado.
Lo que me molesta, vecina, es que grites cuando ese morocho tímido se adueña de vos, aclaro que no me molesta tu vida sexual, la aplaudo, te felicito, ¿quién no querría un cuerpo entre tibio a caliente en su cama? Pero esos gritos tuyos, de película porno doblada al esperanto, molestan. Molestan porque a esta altura del partido, tus vecinos no sabemos si aplaudirte gritando, otra, otra o llamar a la policía.
Mi propuesta es sencilla. Inventemos un código, sólo para los copropietarios, en donde sepamos que te están achurando o la estas pasando fantástico. Por ejemplo un sistema con luces o alternar en medio de aquellos alaridos frenéticos como de loca histérica una palabra sencilla y poco habitual, no, no Constantinopla, ni archicofradía, no, con cualquier palabra que no comience con la letra “o” nos podemos arreglar, yo propongo la palabra “elefante”, de todos modos lo debatiremos en la próxima reunión de consorcio.
Esto es simplemente una misiva de un vecino preocupado por los tiempos inseguros que vivimos en la urbe.
Sin más, te saluda tu vecino
El Humanista
PD: ¿estás segura que se puede gritar tanto?
Tengo el agrado de dirigirme a vos, para hacerte notar una cosa que seguramente no te habrás dado cuenta: Estoy un tanto molesto. Sé que mis caras de culo se notan a distancias siderales, aun cuando las intente disimular, debes estar absorta en tu idilio y entiendo que así es difícil estar al tanto de la vida en nuestro vecindario.
No, no estoy molesto por las cuotas extraordinarias, ni por esa necesidad de abultar el fondo de reserva que se le cantó al de la planta baja para arreglar lo que nadie usará jamás en este edificio; tampoco estoy molesto por el llanto de mi vecinita (comprendo que una niña de dos años y medio debe llorar todas las noches entre las doce y la una, es lo propio en esa etapa evolutiva), tampoco estoy molesto por el cambio de la cerradura general teniendo que dormir afuera, esos son temas míos, a quien se le ocurre volver después de una jornada extensa a las 2 de la mañana. Tampoco porque al lado tengo un aprendiz de baterista, por cierto, ya le encontró el ritmo y me ayuda a dormir como un bebé. Tampoco lo estoy porque los sábados irremediablemente hablás en la ventana por teléfono a los gritos a las ocho de la mañana, es más el sábado pasado me preocupé cuando me levanté a las diez y no te había escuchado.
Lo que me molesta, vecina, es que grites cuando ese morocho tímido se adueña de vos, aclaro que no me molesta tu vida sexual, la aplaudo, te felicito, ¿quién no querría un cuerpo entre tibio a caliente en su cama? Pero esos gritos tuyos, de película porno doblada al esperanto, molestan. Molestan porque a esta altura del partido, tus vecinos no sabemos si aplaudirte gritando, otra, otra o llamar a la policía.
Mi propuesta es sencilla. Inventemos un código, sólo para los copropietarios, en donde sepamos que te están achurando o la estas pasando fantástico. Por ejemplo un sistema con luces o alternar en medio de aquellos alaridos frenéticos como de loca histérica una palabra sencilla y poco habitual, no, no Constantinopla, ni archicofradía, no, con cualquier palabra que no comience con la letra “o” nos podemos arreglar, yo propongo la palabra “elefante”, de todos modos lo debatiremos en la próxima reunión de consorcio.
Esto es simplemente una misiva de un vecino preocupado por los tiempos inseguros que vivimos en la urbe.
Sin más, te saluda tu vecino
El Humanista
PD: ¿estás segura que se puede gritar tanto?
2 comentarios:
Claro...me imagino que es más fácil poner una señal de cuando se está con un cuerpo entre tibio y caliente a decirle al agresor de turno "espera, que pondré un pañuelo negro en la puerta, pero tranquilo, sólo es una señal de que me están violando" (espero no haber ofendido a nadie con este comentario...)
Es cierto lo de tu vecina? tanto gime que parece un parto?
Bueno, mientras tanto, aprovecha la banda sonora que te brinda para sonorizar tus propias "películas"
;)
besotes y abrazotes
nacho
como me preguntas si es cierto, no la escuchas tu alli en barcelona?
ajajjajajjajajja
abrazote
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