lunes, 4 de agosto de 2008

El tatuaje

Se despertó con sueño y un extraño dolor de cabeza que se asemejaba a un clavo clavado en el parietal derecho, los ojos enrojecidos y la boca pastosa con mal sabor, cuando el espejo reflejaba una cara que bien podría ser la suya pero sintió de otro.
El espejo lo fascinaba y a la vez le convidaba una sensación de repulsión. Los espejos nos llenan de preguntas y nos complican la vida, murmuró al otro yo frente a él sin ser él. No escuchó el canto de los pájaros que despertaban al día que comenzaba. Las aves siempre se adelantan a la salida del sol, son cómplices del día y lo divulgan. Agradeció al techo no tener que ir a la oficina, ni tener que tomar el transporte público. Agradeció a la ventana entornada, no tener que soportar demasiado frío ni calor. Agradeció al piso tener un límite aparente para no tener que volar y tomó una taza de café caliente y sin sabor a café. No se lamentó, pero bien lo podría haber hecho, no se envalentonó con la situación casi inexistente de tener que vivir sin hacer nada, simplemente se acomodó en su butaca de exportador de vidas ajenas frente al plasma. Al menos son los otros los que padecen, los que sufren, los que deben hacerse cargo del devenir, decía la borra en el fondo de la taza.

¿Hay alguien que sepa resolver enigmas sin planteos?

Vio una figura dibujada en su brazo, no sin sorpresa. Este brazo no es el mío, intentó gritar en una ráfaga vaga de desesperación y desentendimiento, este brazo no es mío…
Un rostro distinto y semejante, que bien podría ser el suyo, estaba tatuado en su brazo sin recuerdos. No le molestó no recordar, le molestaba el hecho de no saber bien si el rostro era el propio o hacía alusión a otro. Le molestaba no sentirse dueño de la figura, ni el brazo, ni del momento que lo devolvía a una sensación de realidad que le disgustaba.
No se percató del tiempo, ni de la distancia entre las cosas que lo rodeaban. No se percató de que la habitación estaba poblada de ausencias, su mirada seguía absorta en el brazo para luego meterse en el dibujo, perderse en la figura y ser solo un color entre muchos colores y volverse parte de la luz que se apagaba lentamente frente al espejo que reflejaba un rostro que bien podía ser el suyo pero que ya no sabía si era de otro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuantas veces no hemos pasado por situaciones similares. Vernos frente a un espejo y no saber quien es quien.

Descubrir que la persona que encontramos en el espejo no es la misma que habiamos conocido años atras, y que sin saber quien fue el tatuador de una vida que no pedimos, pero si decidimos vivir, nos damos cuenta que quiza en algun momento nos equivacamos de camino, y transformamos nuestra vida, sin derecho, ni siquiera... a reprocharnos.

Salu2

La Turca y sus viajes dijo...

Hola!!!!!!!!!!!!!!

Visitando a mis amigos de la cibernética, se que los tengo un poco descuidados, NO olvidados.

El espejo refleja lo que vemos internamente cada uno de nosotros, me has hecho acordar de un ejercicio para hacer con él, debemos mirarnos fijo, la mayoría de nosotros no aguanta nada............

Un besote y abrazo de oso.

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