martes, 5 de agosto de 2008

La trotacalles

Pensó en el dinero que le faltaba para el alquiler mientras se acomodaba una peluca un tanto destartalada que peinaba con mucho cuidado, la habitación estaba desordenada, ropa tirada por los rincones y papeles con cuentas por pagar, delataban las formas de su alma. Le quedaba poco maquillaje, pero eso no parecía importarle a la hora de tararear una vieja canción que le recordaba la infancia lejos de los autos y las avenidas concurridas de peatones apresurados por llegar para volver a partir. “yo soy la pájara pinta…” susurraba entre dientes la mujer con exceso de maquillaje. No le quedaban lágrimas, tampoco motivos para llorar, porque el llanto solo sirve en ocasiones precisas que ya nada tenían que ver con su vida.
Esta noche tendré suerte, imaginó en una pausa que hizo con el cepillo, esta noche tendré suerte, queriendo olvidar noches pasadas, esta noche un viento frío congelará todo y saldremos del mundo para volver a nacer, esta noche me saludaran las estrellas y cenaremos juntos en la luna o en Marte. Esta noche será distinta, ya verás, dijo a la figura proyectada en el espejo sucio y lleno de estampas y chucherías religiosas.
La calle se preparaba para la función prostibularia, las dársenas caóticas de los colectivos urbanos estaban repletas de colillas de cigarrillos que se acumulaban con el pasar de las horas y las esperas ansiosas de servicios precarios. Caminó una y otra vez por la vereda, cuando se cansó bajó el cordón con la esperanza que el peligro trajera clientes por la calle desierta y fría. ¿qué pasa esta noche? Se preguntó en voz alta
Lo mismo que todas las noches, contestó la imagen en el espejo de la habitación, esta noche te extraviaste en el espejo que se apoderó de la luna.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me creerias si te digo que la primera imagen que se me viene a la cabeza es una inmigrante ilegal en este pais de porqueria??.

Como pueden llegar a sufrir algunos en la vida, mientras otros simplemente compiten por quien tiene mas plata inutil en el banco.

Salu2

Nacho Hevia dijo...

hermoso relato y maravillosamente narrado...

besos...

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